Lo primero es lo primero y quisiera pedir disculpas por la tardanza en actualizar el blog, pero por diversos motivos me ha sido imposible. Y lo segundo es que hoy no expondré un texto de los salmos, sino del final del evangelio de San Juan, que a buen seguro entenderán a la primera mis estimados lectores.
Esta foto la realicé durante una de las audiencias de los miércoles de Su Santidad Benedicto XVI. |
Juan
21, 2 – 19
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el
Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus
discípulos.
Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos
contigo.» Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche
no pescaron nada. Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los
discípulos no sabían que era Jesús.
Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis
pescado?» Le contestaron: «No.» Él les dijo: «Echad la red a la derecha de la
barca y encontraréis.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por
la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro:
«Es el Señor», se puso el vestido –pues estaba desnudo– y se lanzó al mar.
Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces;
pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.
Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas
brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces
que acabáis de pescar.»
Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena
de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió
la red. Jesús les dice: «Venid y comed.» Ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. Viene entonces
Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.
Esta fue ya la tercera vez que Jesús se
manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de haber comido, dice Jesús a Simón
Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.»
Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de
Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.»
Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me
quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por
tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que
te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. En verdad,
en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde
querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y
te llevará adonde tú no quieras.»
Con esto indicaba la clase de muerte con que
iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»